Vírgen de Fátima

Fátima, remedio para la situación mundial

 

Plinio Corrêa de Oliveira

Últimamente han sido instilados en las filas católicas preconceptos tenaces contra ciertas devociones, entre las cuales se encuentran el culto al Santísimo Sacramento extra Missam y el Santo Rosario.

Para Dios nada es imposible. Así, si la Providencia quisiese, los pequeños pastores [de Fátima] podrían haber sido transportados – por un fenómeno de bilocación, por ejemplo – a algún lugar donde se celebrase el Santo Sacrificio, para recibir la Sagrada Comunión en el transcurso del mismo. En último análisis, esto sería tan extraordinario cuanto confiar al Ángel las Sagradas Especies para que los pastorcitos comulgasen de ellas. Sin embargo, fue este último el modo dispuesto por la Providencia. Si hubiese en el culto eucarístico Extra Missam cualquier cosa intrínsecamente contraria a la verdadera manera de entender la Presencia Real, sería imposible que la Providencia determinase que la adoración eucarística del Ángel y la Primera Comunión de los pastores se realizasen del modo por el cual efectivamente se realizaron.

En cuanto al Rosario, sería difícil recomendarlo con una insistencia mayor. “Yo soy la Señora del Rosario”, dijo de sí misma la Santa Virgen en la última de las apariciones. Y en casi todas ellas inculcó explícitamente esta devoción a los pastorcitos. ¿Cómo pretender, pues, que el Rosario haya perdido algo de su actualidad?

Se pregona, además, que la meditación del infierno es inadecuada en nuestros días y capaz apenas de infundir un temor servil. Esta afirmación se cae por tierra fragorosamente, a la vista de lo que ocurrió en Fátima, pues la visión del infierno con que los tres pastorcitos fueron favorecidos se destinaba evidentemente a acrisolar su amor y su sentido de apostolado.

En Fátima se inculca igualmente, con una insistencia expresiva, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que también ha sido puesta en la penumbra por cierta tendencia de espiritualidad muy en boga en nuestros días. El culto al Sagrado Corazón de Jesús fue considerado por todos los teólogos como una de las gracias más preciosas con que la Santa Iglesia ha sido confortada en los últimos siglos. Ella se destinaba a reanimar en los hombres el amor de Dios entorpecido por el naturalismo del Renacimiento, por los errores protestantes, jansenistas, deístas y racionalistas. En el siglo pasado, por medio de esta devoción el Apostolado de la Oración produjo un reflorecimiento admirable de la vida religiosa en todo el mundo. Y, como los males de los cuales nos debe preservar el Sagrado Corazón de Jesús crecen día a día, evidentemente día a día se acentúa la actualidad de esta devoción incomparable.

Con todo, es necesario agregar que, con el agravamiento de los males contemporáneos, la Providencia quiso como superarse a sí misma, apuntando a los hombres el Corazón de María como blanco de su piedad, cuyo culto de cierto modo perfecciona y lleva a su plenitud la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Los estudios y la devoción cordimarianos no son nuevos. Nos parece, sin embargo, que la simple lectura del Mensaje de Fátima demuestra con cuánta insistencia Nuestra Señora los quiere para nuestros días. La misión que Ella confió a la Hermana Lucía fue especialmente la de quedarse en la Tierra para atraer a los hombres al Corazón Inmaculado de María. Varias veces esta devoción es recomendada durante las visiones. Este Corazón Santísimo se nos muestra en la segunda aparición coronado de espinas por nuestros pecados, pidiendo la oración reparadora de los hombres. Nos parece que este punto compendia en sí todos los tesoros de los mensajes de Fátima.

En su conjunto, pues, las apariciones de Fátima, por un lado nos instruyen sobre la terrible gravedad de la situación mundial y las causas verdaderas de nuestros males; y, por otro lado, nos enseñan los medios por los cuales debemos obviar los castigos terrenos y eternos que nos amenazan.

A los antiguos, Dios les envió profetas. En nuestros días nos habló por medio de la propia Reina de los Profetas. Delante de esto, ¿qué decir? Las únicas palabras adecuadas son las de Nuestro Señor en el Santo Evangelio: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!” (Lc 8, 8).


(Editorial de la Revista Dr. Plinio, No. 279, junio de 2021, p. 4, Editora Retornarei Ltda., São Paulo – La devoción al Corazón de María salvará al mundo del comunismo, in Catolicismo, No. 30, junio de 1953  Título del Editorial en la Revista: ¡El que tenga oídos para oír, que oiga!).

Last Updated on Thursday, 17 June 2021 17:06