Vírgen de Fátima

¡Señora de Fátima!

En 1973, en la capital paulista, terminada la Misa por las víctimas del comunismo, en la Catedral Metropolitana, los participantes fueron en cortejo hasta el Patio del Colegio. Allí, el Dr. Plinio hizo un discurso delante de un público numeroso, dirigiéndose al final del mismo a la Madre de Dios, que apareció en Fátima:

 

Plinio Corrêa de Oliveira

¡Cómo el pasado brasilero se manifiesta muy bien aquí! Delante de esta construcción que nos recuerda los primeros días de São Paulo, que nos recuerda la epopeya jesuítica de la evangelización de estas tierras y de la fundación de la ciudad; que nos recuerda los ideales católicos que animaron a los héroes que aquí habitaron y que comenzaron a fundar aquí la São Paulo católica; la tradición, representada por un monumento conmemorativo de la fundación de la ciudad; la tradición, armónicamente representada también aquí por la delegación portuguesa, que con sus bellos trajes característicos nos recuerda a la madre patria, de la cual nos gloriamos de provenir.

Quiero decir, la imagen de una gran nación, de un gran pueblo que nace ahora para su destino mundial, el Brasil que nace junto con las naciones hermanas de América del Sur, para la realización de la gran epopeya del siglo XXI, la restauración de la civilización cristiana, este Brasil de hoy no es un Brasil desorientado, no es un Brasil que perdió su rumbo, sino un Brasil firme en sus principios, que tiene una pléyade de jóvenes, una pléyade de varones dispuestos a todos los sacrificios para impedir que los ideales engañosos que quieren llevarnos a lo opuesto del ideal de Anchieta1 y de sus compañeros, que eses ideales nos desvíen de nuestra ruta.

Aquí están todos aquellos que, delante de Dios, atestiguan nuestra resolución de vivir, de luchar y de morir, para que viva, luche y triunfe el Brasil y el Continente americano, en la lucha contra el enemigo de la civilización.

*   *   *

¡Señora! ¡Tantos y tan generosos aplausos! Pero cómo serían vacías estas palabras, si no se volviesen finalmente hacia Vos, que sois el centro de esta manifestación, Señora gloriosa de Fátima, que anunciasteis en 1917, al mundo entero, los dramas y castigos que ensangrentarían al mundo si las almas no se volviesen hacia Vos en un movimiento sincero de regeneración. Señora de Fátima, que, sin embargo, anunciasteis también que, ¡por fin, vuestro Inmaculado Corazón triunfaría!

Vuestros ojos contemplaron, desde lo alto del asiento celestial, donde vuestras virtudes excelsas os granjearon el más alto de los tronos por debajo del trono del propio Dios, vuestros ojos maternales presenciaron, en la Catedral Metropolitana, esta cantidad enorme de jóvenes que comparecían, de personas de todas las edades que comparecían para recibir el Cuerpo y Sangre infinitamente precioso de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Divino Hijo. Vos sois el canal por donde vino a todos la gracia de esa actitud de alma. Vos sois Aquella por medio de quien nos vino a todos la gracia de luchar por la tradición, familia y propiedad. Vos sois Aquella cuya promesa nos alienta en esta lucha por la certeza de la victoria. Vos dijisteis que, por fin, vuestro Corazón Inmaculado triunfaría.

Sí, Madre mía, vuestro Reino triunfará.

1) N. del T.: San José de Anchieta, sacerdote jesuita español misionero en Brasil, fue uno de los fundadores de la ciudad de São Paulo (*1534-†1597).

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(Revista Dr. Plinio, No. 152, noviembre de 2010, p. 5, Editora Retornarei Ltda., São Paulo – Extraído de un discurso proferido por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira en el Patio del Colegio, São Paulo, el 11.11.1973.).

Last Updated on Thursday, 31 October 2019 17:52