Vírgen de Fátima

EL SECRETO: el Mensaje de Fátima Parte I

EL SECRETO: el Mensaje de Fátima

 

Parte I.

  Documento de la  Congregación para la Doctrina de la Fé   

 

En el paso del segundo para el tercer milenio, el Papa Juan Pablo II decidió hacer público el texto de la tercera parte del llamado “Secreto de Fátima”. 

 

Fatima

  

Tras los dramáticos y crueles acontecimentos del siglo XX, uno de los más tormentosos de la historia de la humanidad, se corre así el velo acerca de una realidad que hace historia y al mismo tiempo la interpreta profundamente según su dimensión espiritual, dimensión a la que es tan refractaria la mentalidad del hombre de hoy, tan manchada de racionalismo.   

La historia está llena de apariciones y señales sobrenaturales que influyen sobre el desenvolvimiento de los acontecimientos humanos y acompañan el camino del mundo, sorprendiendo a creyentes y no creyentes. Estas manifestaciones, que no pueden contradecir el contenido de la fe, deben dirigirse hacia el objetivo central del anuncio de Cristo: el amor del Padre, que lleva a los hombres hacia la conversión y les dá la gracia para abandonarse al ÉL con filial devoción. Tal es el mensaje de Fátima, con su vehemente apelo a la conversión y a la penitencia, que lleva realmente al corazón del Evangelio. Fátima es, sin duda, la más proféticade las apariciones modernas. La primera y la segunda parte del “secreto”, que publicamos a continuación, para que quede completa la documentación al respecto, dicen respecto a la pavorosa visión del infierno, a la devoción al Inmaculado Corazón de María, a la segunda guerra mundial, y después al preanuncio de los daños inmensos que Rusia –con su defección de la fe cristiana y adhesión al totalitarismo comunista, habría de causarle a la humanidad.


 En 1917 nadie podría haber imaginado todo esto: los tres pastorcitos de Fátima ven, oyen, memorizan, y Lucía –la testigo sobreviviente, cuando recibe la orden del Obispo de Leiria y la autorización de Nuestra Señora, pone por escrito.   Para la exposiciónde las primeras dos partes del “secreto”, entre otras cosas ya publicadas y conocidas, fue escogido el texto escrito por la hermana Lucía en la tercera memoria del 31 de agosto de 1941; en la cuarta memoria, del 8 de diciembre de 1941, ella agregará cualquier observación.   La tercera parte del “secreto” fue escrita “por orden de su Excia.Revma. el Señor Obispo de Leiría y de la (…) Santísima Madre”, en el día 3 de Enero de 1944.   Existe apenas un manuscrito, que aquí vamos a reproducir fostáticamente. El sobre sellado fue guardado al principio por el propio Obispo de Leiría. Para proteger mejor el “secreto”, el día 4 de abril de l957 el sobre fue entregado al Archivo Secreto del santo Oficio. De esto fue informada la hermana Lucía por el Obispo de Leiría.   Según apuntes del mencionado Archivo, el día 17 de agosto de 1959 y de acuerdo con su Eminencia el Cardenal Alfredo Ottaviani, el Comisario del Santo Oficio, Padre Pierre Paul Philippe OP., le llevó al Papa Juan XXIII el sobre con la tercera parte del “secreto de Fátima”. Su Santidad, “tras dudarlo un poco”, dijo: “Esperemos. Rezaré. Le haré saber lo que decidí”.(1)   En realidad, la decisión del papa Juan XXIII devolver al santo Oficio el sobre sellado y no revelar la terecra parte del “secreto”.  

 

Pablo VI leyó el contenido junto con el Sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano, su Excia.Revma. Mons. Angelo Dell´Acqua, el 27 de marzo de 1965, y mandó nuevamenete el sobre al Archivo del Santo Oficio, con la decisión de no publicar el texto.   Juan Pablo II, por su parte, pidió el sobre con la tercera parte del “secreto” tras el atentado del 13 de mayo de 1981. Su Eminencia el Cardenal franjo Seper, Prefecto de la Congregación, a 18 de julio de l981 entregó a su Excia.Revma. Mons. Eduardo Martínez Somalo, Sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano. Dos sobres: uno blanco con el texto original de la hermana Lucía en lengua portuguesa; otro color naranja, con la traducción del “secreto” a la lengua italiana. El día 11 de agosto, Mons. Martínez Somalo devolvió los dos sobres al Archivo del Santo Oficio.(2).   Como es sabido, el Papa Juan Pablo II pensó inmediatamente en la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, y compuso él mismo una oración para lo que se designaba “El Acto de Entrega”, que sería celebrado en la Basílica de Santa María la Mayor el 7 de junio de 1981, solemnidad de Pentecostés, día escogido para conmemorar los 1600 años del primer Concilio Constantinopolitano y los 1550 años del Conciloo de Éfeso.

El Papa, forzosamente ausente, envió un radiomensaje con su alocución.   Transcribios a continuación la parte del texto, donde se refiere exactamente al Acto de Entrega:

 

“Oh Madre de los hombres y de los pueblos, Vos conoceis todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Vos sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la Luz y las tinieblas que abaten al mundo, acoge nuestra súplica clamorosa, dirigido en el Espíritu Santo directamente a Vuestro Corazón, y abrazad con amor de Madre y de Sierva del Señor a aquellos que más esperan po ese abrazo y, al mismo tiempo, a aquellos cuya entrega también Vos  esperas de manera particular. Tomad bajo vuestra maternal protección a la familia humana entera, que, con arrobo afectuoso, nosotros Os confiamos, oh Madre. Que se aproxime para todos el tiempo de paz y de libertad, el tiempo de la verdad, de la justicia y de la esperanza”.(3)  

 

Pero, para responder más plenamente a los pedidos de Nuestra Señora, el Santo Padre quiso, durante el Año Santo de la Redención, hacer más expícito el acto de entrega del 7 de juno de 1981, repetido en Fátima el día 13 de mayo de 1982.

Y, el día 25 de marzo de 1984, cuando se recordaba el día del fiat de María pronunciado en el momento de la Anunciación, en laPlaza de San Pedro, en unión con todos los obispos del mundo convocados con anterioridad, el papa entrega al Inmaculado Corazónde María los hombres y los pueblos con expresiones que recuerdan las ardorosas palabras pronunciadas en 1.981:  

 

“Y por eso, oh Madre de los hombres y de los pueblos, Vos que conocéis todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Vos que sentís maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, que abaten el mundo contemporáneo, acoge nuestro clamor que, movidos por el espíritu Santo, elevamos directamente a Vuestro Corazón: Abrazad, con amor de Madre y de Sierva del Señor, este nuestro mundo humano, que a Vos confiamos y consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos.   De modo especial Os entregamos y consagramos aquellos hombres y aquellas naciones que de esta entrega y de esta consagración tienen particular necesidad.   ¡A Vuestra protección, nos acogemos Santa Madre de Dios, no despreciéis las súplicas que se elevan de nosotros que estamos en la probación!”

(Continuará)

Last Updated on Sunday, 13 September 2015 22:23